Mariano llegó al Santuario junto con otros corderos cuando apenas era un bebé. Acababa de nacer cuando fue abandonado a su suerte en medio del monte, solo, lejos de su madre y de su rebaño. Una persona les encontró a él y le dio la oportunidad de vivir. Fue así como llegó Mariano al Santuario Compasión Animal.
Mariano fue un afortunado entre millones. Afirmar que sólo uno de cada millón de corderos llegará a un Santuario no es exagerar. Decir que uno de un millón vivirá más de 4 meses tampoco es exagerar.
La suerte ha querido que sean Mariano y el resto de los corderos que viven en el refugio disfruten de caricias y cuidados, de susurros y de carreras locas bajo el sol.
Apadrina a Mariano
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