El primer día que llegó Cleo notábamos que estaba triste, ya que no quería salir del transportín, ni comer. Seguramente echaba de menos a su madre. No sabíamos qué hacer. ¿Cómo suplir la ausencia de su madre? Entonces pensamos que, tal vez, la compañía del resto de cerdos le haría recuperar algo de ilusión, y algo increíble ocurrió.
Cleo conoció a Anita, una cerda vietnamita que llegó al Santuario muy desnutrida, prácticamente esquelética, con sarna, y con una cojera irreversible, ya que no recibió los cuidados necesarios. Cleo enseguida corrió hacia ella y empezó a corretear a su alrededor, emitiendo unos suaves ruiditos y frotando su hocico con el rostro de Anita. Les ofrecimos comida a las dos, y al instante ella empezó a comer junto a Anita.
Han pasado 24 horas y Cleo no se ha separado de ella.
Quizá no podamos devolverle a su madre, pero Cleo ha encontrado en Anita calor y seguridad. Es el inicio de una nueva vida. Cleo empieza a descubrir que el Santuario Compasión Animal está lleno de nuevos amigos.
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